Si hay un asunto que empieza a inquietar a las autoridades es el reciente repunte del petróleo. El crecimiento económico es aún demasiado débil como para soportar un shock externo como sería un alza demasiado virulenta del precio del petróleo, que repercutiera a su vez en los precios de los combustibles.
La subida del precio del barril está asociada, en esencia, a dos factores, uno de demanda y otro de oferta. Por el lado de la demanda, la mejora en las perspectivas de crecimiento económico, sobre todo de EU, su mayor consumidor, implicará un mayor auge de la demanda. Por el lado de la oferta, las crecientes tensiones con Irán, país que ha entrado en frontal choque con occidente debido a sus planes nucleares, amenaza con provocar disrupciones en el suministro de crudo, sin descartar la posibilidad de un conflicto militar. Irán es el segundo mayor productor de crudo de la OPEP con 3.5 millones de barriles diarios.
En consecuencia, el precio del petróleo ha repuntado con fuerza en el último mes, período en el que su cotización se ha incrementado un 11%. El viernes, el barril de WTI cerró por encima de los 109 dólares, luego de incrementarse durante siete sesiones consecutivas, para alcanzar un máximo de 9 meses. Por otro lado, el barril de Brent, más presionado aún que el WTI al ser Europa más dependiente que EU del crudo iraní, ascendía a 125.47 dólares, su nivel más elevado en 10 meses.
Ese comportamiento, a su vez, se ha traducido en aumentos agresivos en los precios de los combustibles. El precio de la gasolina en EU ha subido por 20 días consecutivos, y su promedio nacional ha subido a 3.70 dólares el galón, comparado con 3.41 dólares en enero. En algunos estados como California o Alaska, el precio del galón ya supera los 4 dólares, y en Nueva York ronda esos niveles.
Esta situación supone un conflicto para las autoridades económicas. Como es sabido, la subida de un bien tan inelástico como el combustible en EU equivale en los hechos a un impuesto que mina la capacidad de compra de los consumidores: buena parte de su renta se va al pago de combustibles en vez de destinarlo al consumo de otros bienes y servicios. El gasto de consumo representa 2/3 del PIB de EU, y el aumento de los combustibles podría hacer mella en su salud.
Por otro lado, los precios del petróleo inducirán nuevas presiones inflacionarias en un momento en el que la inflación ya está de por sí presionada, sobre todo en Europa. Mañana, el Banco Central Europeo (BCE) realizará su segunda subasta de liquidez de largo plazo, y esa masiva inyección monetaria será vista con resquemor en un contexto de precios al alza. Más si tenemos en cuenta que algunos críticos con la política ultraexpansiva de los bancos centrales aducen que son precisamente esas prácticas las que provocan las imparables subidas en los precios de las materias primas.
Por tanto, un aumento en los precios energéticos, en efecto, complica el panorama económico. No sólo porque puede torpedear la aún frágil recuperación por el lado del consumo, sino porque además generaría presiones inflacionarias que pueden dificultar las (necesarias) políticas acomodaticias de los bancos centrales para sostener el ritmo de recuperación. Así que no pierdan este asunto de vista.
Hoy, y tras el reciente rally del precio del petróleo, los inversionistas se embolsas algunas ganancias. El barril de Brent cae un 1.1% a 124.06 dólares en tanto el WTI cede un 0.8% a 108.93 dólares.
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