La mayoría de los poseedores de bonos de deuda griega son bancos de
Europa Occidental, principalmente alemanes y franceses. En el caso de Francia,
la deuda está en poder sobre todo de filiales griegas de bancos de matriz francesa,
lo que en parte podría limitar la capacidad de contagio de las pérdidas,
mientras que las entidades financieras alemanas ya han preparado reservas
cercanas al 70% de la deuda griega en su poder, en línea con los porcentajes
con los que el gobierno de Atenas negocia con sus acreedores.
En este caso, el FMI considera
que a pesar de que hay cierta concentración de la exposición a la deuda en
ciertos bancos, el tamaño de las economías en las que estas pérdidas deberían
disolverse permite pensar que sería “manejable”. A buena distancia de Alemania
y Francia, Gran Bretaña, Italia, Bélgica y España son los países europeos que
concentran el resto del monto de deuda. Sin embargo, el riesgo puede aumentar de
forma dramática si la operación se llevase a cabo sin las medidas precautorias
adecuadas o bajo el escenario de una quiebra desordenada.
Por otra parte se argumenta que
el impacto directo no es muy grande debido a que según el Bank for international settlements la deuda griega en manos
francesas y alemanas no pertenece en su mayoría a la banca privada – en el caso
de la banca Alemania es el moto de la deuda es de 1.8 mil millones de euros y para Francia es de
1.6 mil millones de euros a diferencia con el caso español en el cual la banca
privada tiene una cantidad mayor de dinero invertido -, sino que los tenedores
de deuda griega son en su mayoría agentes privados no bancarios.
El impacto indirecto sería sobre los bancos de
los países rescatados como Portugal e Irlanda, así como las entidades españolas
e italianas serían los que más posibilidades tendrían de sufrir una rebaja de
calificación como consecuencia de una hipotética salida del euro de Grecia, ya
que son los más vulnerables al contagio por la percepción de que sus países
podrían ser "los siguientes en la línea de salida" para abandonar la
eurozona.
Por Edwin Zárate
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