1.
En números, aritméticamente, ya se han resuelto
las elecciones de Grecia, ellos tan pitagóricos. Pero políticamente, en
términos de gobernabilidad, queda mucho enredo. Ganó el centro derecha de Nueva
Democracia sobre la coalición de partidos de izquierda radical Syriza. Los 79
escaños ganados por Nueva Democracia en la elección junto con el bono de 50 que
se otorgaba al vencedor suman 129 escaños, insuficientes para gobernar en solitario
(151). Pero si se alía con los socialistas del Pasok, que obtuvieron 33
escaños, obtienen una mayoría de 162 diputados, suficientes para poder gobernar
(en un principio).
2.
Ése es el resultado que los mercados querían
ver, y así lo están celebrando nada más conocerse los resultados (ya veremos mañana conforme se conozca más del caso). De momento se cree que se evitó el caos, una crisis peor que la que
propició la quiebra de Lehman. El euro avanza un 0.4% y cotiza en 1.269
dólares, aunque ha ido perdiendo fuelle (llegó a tocar un máximo intradía de
1.275 dólares).
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3. El Pasok, el gran rival histórico de la Nueva Democracia, es ahora su aliado natural. La población griega identifica a ambos partidos con la más flagrante y desvegonzada corrupción… y con todos los males y penurias que ahora despedazan a la nación. La Nueva Democracia, que ahora puede retomar el poder, mintió en el pasado con las cifras del déficit público, engaño que fue desvelado por el Pasok cuando venció en las elecciones del 2009. Descubierto el entuerto, empezaron los ataques sobre la deuda pública griega, y llegaron los rescates, los programas de austeridad, la recesión sin fin, y el descontento social, que culminó con la forzada dimisión de quien gestionó la crisis, el ex-presidente Yorgos Papandreu, del Pasok. Para resolver el vacío del poder, se nombró un gobierno de transición, tecnócrata, que cerró el segundo programa de rescate y que contó con el apoyo de Nueva Democracia y del Pasok a la espera de que se formara un nuevo gobierno legítimo, ése que se trata de constituir ahora.
4.
Por tanto, en teoría, la Nueva Democracia y el
Pasok son los dos grandes partidos griegos pro-europeos, los que apoyan el
segundo programa de rescate (ellos lo negociaron), los aliados de Europa, por
decirlo de alguna manera y, por tanto, los dos socios naturales para construir
una coalición amplia, conformar gobierno y evitar el caos. Pero eso
es en teoría.
5.
En la práctica, el Pasok puede ser un aliado
menos fiable de lo que parece. Es el partido que ha sido más castigado en las
elecciones: en el 2009 obtuvo el 44% de los votos y hoy sólo consiguió el 12%.
Y es el que mejor conoce todos los intríngulis del rescate griego, especialmente su actual líder, Evangelos
Venizelos. Él fue ministro de finanzas bajo el gobierno de Papandreu, y quien
negoció el primer y segundo rescate. Él sabe mejor que nadie qué tan fuerte es
el apoyo y la voluntad de Europa de salvar a Grecia (sobre todo de Merkel), qué
tan cerca puede estar el país heleno de salir o no del euro, y qué tan
recomendable es terminar de quemar su capital político junto con Antonio Samaras,
de Nueva Democracia, o no.
6.
Por eso, las primeras declaraciones que hizo
Venizelos tras los comicios hicieron ruido. Simple y llanamente, condicionó su
apoyo a Samaras. Iré contigo, dijo, pero si vamos todos, si formamos un
gobierno de unidad nacional en el que también participe Syriza, que al fin y al cabo es
el principal partido de la oposición ahora, con un 26.8% de los votos, o 71
diputados. Es decir, o nos quemamos
todos o no vamos ninguno. La condición, de sostenerla, es una broma de mal
gusto: Syriza nunca se va a unir a una coalición que apoye el rescate bajo los
actuales términos. Mal asunto.
7.
¿Puede
ser que Venizelos cumpla su amenaza y dé la espalda a Samaras? Puede ser: lo
que se viene encima no es fácil, y Samaras, de aquí a unos meses, puede ser a
Grecia lo que De la Rúa a Argentina: un ser vilipendiado y defenestrado que un
día tenga que salir de Grecia escopetado como De la Rúa tuvo que abandonar la
Casa Rosada por la puerta de arriba, en helicóptero. De aquí a finales de
junio, tendrá que aprobar nuevas medidas de austeridad que enfrentarán la
oposición de un Alexis Tsipras, el líder de Syriza, muy fuerte y crecido y con
capacidad de organizar la resistencia social. ¿Quién quiere acompañar a Samaras
en ese camino de perdición? Venizelos se lo pensará y quizás le vuelva a decir
que no de esa manera tan enrevesada: te apoyo si Tsipras te apoya.
8.
Pero ésa sería demasiada desvergüenza: otra
opción sería darle sus votos en el parlamento, pero sin entrar al gabinete. Esa
coalición, sin grandes compromisos, y nada, es casi lo mismo: me temo que a las primeras de cambio,
conforme tengan que votar nuevas medidas de austeridad, comience la deserción
de diputados y la coalición se rompa. El resultado es el mismo: nadie quiere estar
con Samaras en esta guerra perdida de antemano.
9.
Entra tanto Tsipras se frota las manos. ÉL se
sin duda el gran vencedor de estas elecciones. Lo mejor que le podía pasar era
no ganar y pasarle la patata caliente a sus enemigos, para que se sigan
quemando y él conquistando más apoyo sin tener que tomar ninguna decisión. En
unos meses, Tsipras, si las cosas se dan como nos tememos, será presidente de
Grecia... fuera del euro. Vaya, que será a Grecia lo que Néstor Kichner a Argentina.
10.
Por tanto, aritméticamente, las cuentas están
claras. Pero políticamente no. Cuidado que Grecia todavía no tiene gobierno, y aunque lo llegara a tener, a ver bajo qué condiciones y cuánto dura. Veremos qué dice mañana Venizelos: en sus manos está ahora el destrabar la
formación de gobierno y evitar el caos. Y el viernes, Alemania contra Grecia en
cuartos. Menuda carambola del fútbol y la historia... ¿Más emoción?
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