El comportamiento de los mercados ayer deja
claro que los inversionistas temen que la crucial cumbre del Consejo Europeo de
finales de esta semana sea, una vez más, un fiasco. Será de nuevo un tira y
afloja: la mayoría, sobre todo la periferia europea (Grecia, España, Italia,
Irlanda y Portugal) junto con Francia, que se ha unido a este coro desde que el
socialista Francois Hollande llegó a la presidencia, pidiendo a la canciller
alemana Angela Merkel que abra su billetera y ponga más de su dinero para colectivizar
las deudas. Por otro lado, Merkel, ofreciendo resistencias a que Alemania pague
más, al menos hasta que no haya garantías de una mayor disciplina fiscal entre
sus imprudentes socios.
Lo dejó muy claro en unas declaraciones
realizadas ayer: Merkel está muy preocupada porque teme que en la reunión del
Consejo Europeo “se hable demasiado sobre ideas para la colectivización de las
deudas, en lugar de sobre los controles de la política presupuestaria”. Eso
hace pensar que, según Merkel, antes de hablar de más dinero, hay que hablar de
cesión de soberanía.
Pero a la hora de ceder soberanía, a todos
los socios les saldrá su prurito nacionalista. ¿Por qué me van a decir a mí
cuánto y cómo debo gastar para realizar mis políticas públicas? ¿O qué impuesto
debo subir (cómo le están pidiendo ahora a España con el IVA) para recaudar más
dinero y equilibrar mis cuentas?. Claro, los países que están ahorcados, como
Grecia, o incluso España, podrían ceder. ¿Pero convencerán a Francia, ahora que
Hollande tiene la mayoría en el parlamento? ¿Irá Merkel a decir a Hollande que
no puede revertir el retraso en las jubilaciones que anunció Sarkozy?
Así las cosas, la posibilidad de que se
llegue a una solución en la cumbre europea del 28 y 29 de junio parece remota.
Más si tenemos en cuenta que, como ha dicho Krugman, todos parecen haber
decidido que “evitar el desastre económico es responsabilidad de otro”. En ese sentido, a Merkel ya se la ha
escuchado alguna vez decir que no esperen que ella vaya a salvar el mundo, o que
haya una solución tipo “big bang”, sino que hay que ir paso a paso. Así que ella misma se ha encargado de
rebajar las expectativas respecto a los resultados de la cumbre.
Y eso lo reflejó ayer el mercado: el Ibex-35
de Madrid se hundió un 3.7% y el Dax de Francfort un 4.0%. Mucho peor le fue a
la bolsa de Atenas, que se derrumbó un 6.8%. Incluso en el centro de Europa,
las caídas fueron pronunciadas, de un 2.1% en Alemania y un 2.2% en Francia. En
Wall Street, el S&P’s 500 se dejó un 1.6%. La banca global fue
especialmente castigada en esta jornada.
¿Cuál es la agenda de este Consejo Europeo?
¿Qué tendría que salir de ella para poder contentar a unos mercados muy
escépticos con los resultados de la cumbre?
Tres son los asuntos que se tratarán en ella:
unión fiscal, unión bancaria y Grecia. Y la solución para cada asunto, a juicio
de los mercados, son: bonos soberanos, recapitalización directa a los bancos y
relajamiento de las condiciones de Grecia. Pues bien, difícil será que se
logren avances sustantivos en cualquiera de esos tres frentes.
Unión
Fiscal
El principal objetivo de una mayor unión
fiscal es reconducir las tasas de largo plazo en España e Italia a niveles más
tolerables. El actual costo de financiamiento es muy caro, insostenible para
las finanzas públicas, y los inversionistas cada vez exigen un premio mayor,
dejando a los dos países casi sin acceso a los mercados de deuda para poder
renovar los títulos que vencen y, por tanto, cerca de una suspensión de pagos.
A estas alturas, la única solución que
existe para resolver ese problema es una mayor integración fiscal, colectivizar
las deudas. Hablar de eso implica, por fuerza, que Alemania, por solidaridad,
preste su credibilidad y parte de su recaudación impositiva futura a financiar
a los otros socios europeos. Y Merkel dice que Europa no está preparada de
momento para dar ese paso.
Antes de dar un paso en esa dirección,
exigirá al resto de Europa que Bruselas pueda intervenir en las políticas fiscales
nacionales, algo que les garantice un control presupuestario y una disciplina
fiscal en el futuro para que la ayuda alemana no se convierta en un cheque en
blanco.
Sólo bajo esas condiciones, Merkel
aceptaría esa colectivización de la deuda y la emisión de eurobonos. Pero es
demasiado pronto. Como alternativa, Francia ha propuesto la emisión de euroletras,
o deuda de corto plazo, y ya en el peor de los casos, un fondo de amortización
de la deuda (idea defendida por los asesores de Merkel y por el SPD, y que
George Soros apoyó en una reciente entrevista) como paso previo a una mayor
integracion fiscal y como antecedente de los eurobonos.
Otra opción que se baraja es que se compre
deuda soberana de España e Italia en el mercado secundario a través de los
fondos de rescate europeos. Este esquema es defendido por el primer ministro
italiano Mario Monti, pero también recibe el rechazo de Merkel porque también
supone una mayor carga fiscal para Alemania.
Por ejemplo, Alemania garantiza el 29% del
Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF por sus siglas en inglés), cuyo
monto asciende a 440,000 millones de euros (mde). Por lo que si ese dinero es
usado para comprar deuda soberana de España e Italia, la deuda alemana, cuyo
nivel actual es de un 81% del PIB, se incrementaría, afectando a su calidad
crediticia.
Finalmente, también cabría la posibilidad
de que el BCE comprar deuda directamente en el mercado secundario. Pero eso no
le gusta ni a Alemania, ni al presidente del BCE, Mario Draghi.Por tanto, y a lo más que accedería Merkel, sería a la formación de un fondo de amortización de la deuda, aunque dudamos que vaya a salir en esta cumbre.
Unión
bancaria
En los
que respecta a la unión bancaria, los temas clave son la creación de un
mecanismo de financiamiento para la banca, la formación de un fondo de
garantías para la región y el establecimiento de un instituto supervisor para
toda la eurozona.
En el primer tema, el asunto de la unión
bancaria también despierta resquemor en Alemania, porque también supone una
colectiviazación de las deudas. Y todo lo que huele a colectivización, a
solidaridad, o pagar más, no le gusta a Merkel, claro.
Así, la canciller alemana rechaza la
pretensión de otros líderes de que los fondos de rescate recapitalicen a la
banca directamente. Su argumento es que no se pueden utilizar recursos de los
contribuyentes alemanes para ayudar a bancos de otros países sin que se tenga
un control sobre cómo se va a usar ese dinero.
La alternativa, por tanto, es que los
recursos se otorguen al gobierno del banco rescatado para que ellos gestionen
el salvamento y controlen el uso de los fondos. El problema es que, de este
modo, el dinero del rescate pasa a ser deuda del gobierno, del Estado, por lo
que si bien empequeñeces el problema bancario, engrandeces el de la deuda
soberana, además de que la entrega de los fondos está condicionado al logro de
ciertos objetivos que garanticen su devolución. En esa situación se encuentra
España, que apenas ayer pidió formalmente el rescate y que sabrá las
condiciones a los que está sujeto el próximo 9 de julio.
En el segundo tema, Francia, junto con
Italia y España, insisten en la necesidad de crear una garantía común de
depósitos. Pero también lo rechaza Berlín. De modo que de momento, cuando
Merkel dice que está a favor de una unión bancaria, se refiere sobre todo a lo
referente a un instituto supervisor para toda la eurzona. Quizás en la cumbre
sacen algo en claro respecto a este último punto, pero ése es el menos
relevante.
Grecia
Finalmente, está el asunto de Grecia. El país
heleno ya tiene un gobierno pro-europeo. Pero ahora pide que se relajen las
condiciones para obtener los recursos del segundo rescate. Hasta ahora, Merkel
ha rechazado que se pueda renegociar algo del anterior acuerdo, pero veremos si
Grecia logra sacar algún “descuento”, como que se relaje el calendario para el
cumplimiento de las metas fiscales.
Desgraciadamente, el equipo griego llegará
mermado al Consejo Europeo: su primer ministro, Antonio Samaras, recién
elegido, está convaleciente por un desprendimiento de retina, en tanto su
ministro de finanzas tuvo que ser hospitalizado el viernes y renunció ayer por
problemas de salud. De modo que la comitiva griega estará liderada por su
presidente Papoulias.
En definitiva, nos tememos que esta cumbre
no será la panacea que resuelva, de una vez por todas, la crisis europea. Será
una cumbre más, una de esas con resultados exasperantes, donde se llegue a
ciertos compromisos para fortalecer la integración fiscal y bancaria, y se
establezca un calendario tentativo para sacarlos adelante para el resto del
año.
Poco para unos inversionistas que están
ansiosos, que traerán mucha volatilidad a los mercados durante el verano, y
cuya potencia puede terminar por hacer descarrilar a toda la región y a la
economía mudial.
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