Las especulaciones sobre la próxima reunión del Banco
Central Europeo (BCE) están a la orden del día. En las últimas fechas, los
grandes protagonistas de esta saga, además del presidente de BCE, Mario Draghi,
han sido los dos representantes alemanes
en el consejo de gobierno, Jörg Asmussen, miembro del Consejo Ejecutivo del
BCE, y Jens Weidmann, presidente del Bundesbank. Pero la verdad, si bien Jens
Weidmann ha levantado airadas protestas, no parece que vaya a entorpecer el
plan de Draghi: se limitará a criticar, o como ha dicho la canciller alemana,
a “recordar constantemente lo que es la política” de Alemania, su ortodoxia.
Pero tanto Merkel como Asmussen han apoyado abiertamente el programa de Draghi.
La expectación es máxima con la cita del jueves. ¿Cuáles son,
en un principio, nuestras perspectivas para la reunión?
1. Draghi mostrará
algunas cartas sobre su esquema de intervención en el mercado secundario de deuda,
pero no todas. Algunas se las reservará hasta que el Tribunal Constitucional
alemán se decante sobre la constitucionalidad o no del fondo permanente el 12 de septiembre. Pero algo
tiene que decir, en parte para presionar a los jueces alemanes. Como ya hemos
dicho muchas veces, la corte alemana es ahora mismo el mayor obstáculo al plan
de Draghi, no el Bundesbank ni Grecia. Para no presentar todo el plan pueden aducir
que, como es un programa conjunto, operado tanto por el BCE (intervenciones en
el mercado secundario) como por los gobiernos (intervenciones en el mercado
primario a través de los fondos de rescate), no tiene sentido sentar todo el plan en
tanto la otra pata, el fondo permanente, no esté en vigor.
2. Hasta
ahora sabíamos que el BCE intervendría en el tramo corto de la curva, pero ayer
Draghi especificó, en el Parlamento Europeo, un poco más sobre los plazos que
engullirán: serán hasta bonos de 3 años. Según Draghi, hasta ese plazo está justificado
por parte del BCE la compra de bonos debido a los riesgos de fragmentación de
la eurozona sin por ello salirse de su mandato legal. La intervención en esos plazos no parece estar
en contradicción con lo declarado por el ministro de finanzas alemán, Wolfgang
Schäeuble.
3. Ahora bien, nos tememos que en su esquema no se podrán
techos sobre alguna tasa de referencia o sobre un diferencial respecto a
Alemania que los obligue a intervenir tan pronto sea sobrepasado. Eso iría en
contra tanto de su principio de preservar a toda costa su independencia, de poder
actuar con discrecionalidad y no según una regla, así como de contar con una
herramienta que les permita presionar a los gobiernos en caso de que perciban
que están relajando al consecución de los objetivos fiscales.
4. Por otro lado,
para mandar un mensaje a los mercados (y a los gobiernos) podría anunciar los
montos, los plazos y el país en donde ha intervenido. Eso sería indicativo de
los fines que persigue, con objetivos flexibles o rangos, pero sin estar
comprometido a defenderlos bajo cualquier circunstancia. A partir de ahí se
podrá inferir si cuándo busca castigar la especulación de los mercados y cuándo
castigar a los países si perciben que no están haciendo su tarea. Por tanto,
las señales a mercados y gobierno serán vía cantidades y no vía precios. Sobre los montos, lo único
que sabemos es que Draghi subrayó con un “créanme” que serían “suficientes”.
5. Finalmente, insistirá que como condición para actuar
necesita que previamente el país que precise asistencia solicite ayuda al fondo
de rescate. España es el primero en la lista: el gobierno de Mariano Rajoy
arguye que acudirá siempre y cuando no le exijan nuevas medidas de austeridad a
las ya anunciadas. Sin embargo, es probable que Bruselas le imponga nuevas
condiciones.
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