La situación vuelve a ser muy tensa. La percepción
generalizada es que una salida de Grecia del euro sería catastrófica, pero al
mismo sostienen que la ayuda de la eurozona a Grecia está alcanzando su
límite. Una buena parte de los alemanes no están dispuestos a hacer nuevas
concesiones a Grecia. Tal es el caso del ministro de finanzas alemán, Wolfgang
Schäueble, quien advirtió que conceder más tiempo a Grecia quiere en los hechos
decir darle más dinero.
Al menos, según Schäueble, ésa “no es la solución” ni la
ruta para que “la zona euro supere la crisis de confianza creciente en los
mercados financieros” (aunque no dijo si podría haber otra como bajar los
intereses de los créditos).
Entre tanto, Merkel y Hollande se reúnen hoy con el eje
Berlín-París en horas bajas. Hollande es más favorable a dejar un poco de
margen a Grecia con el fin de no ahogar más su economía y castigar más a una
población que lleva soportando una profunda recesión de más de 5 años. Él ha
propulsado la idea en Europa de conciliar mejor la austeridad con el
crecimiento.
Además, medios diplomáticos admiten que podría darse a
Grecia “un poco de aire”, como solicita Samarás. Sin embargo, Schäueble, como
hemos visto, se muestra contrario, así como los aliados de Merkel en el
gobierno.
Veremos si Merkel y Hollande dan algunas pista o, como ayer
Juncker, se limitan a posponer una decisión hasta que la Troika dicte su
veredicto sobre el plan de ahorro de Grecia a primeros de septiembre.
Por otro lado, desde nuestro punto de vista, resulta impensable que en esta coyunturaGrecia pueda salir del euro, como sostienen algunos. Si algo quieren combatir
ahora los líderes europeos es lo que han llamado el “riesgo de convertibilidad”,
esto es, que países del euro regresen a su antigua moneda. Una salida de Grecia
del euro, como ha dicho Samarás, sería catastrófica y además echaría por tierra
el plan que ha orquestado el BCE junto con los líderes políticos para salvar a
toda la región.
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