Y lo peor es que puede estar en lo cierto. La razón es que lo que hemos venido predicando desde hace mucho tiempo, esto es, que Grecia, tarde o temprano, terminaría saliendo del euro por la propia presión de su ciudadanía, asfixiada por una depresión económica sin fin, puede acontecer más pronto de lo que nos creemos.
Las elecciones legislativas de Grecia se celebraron hace ya más de una semana y las nuevas fuerzas políticas, muy escindidas, no logran formar un gobierno de coalición, ni pro-europeo (alentado por el partido conservador de Nueva Democracia y el socialistas Pasok) ni antieuropeo, liderado por el segundo partido más votado en las elecciones del domingo, la coalición de partidos de izquierda Syriza.
Por tanto, cada vez se dibuja, con más nitidez, un escenario en el que se tendrán que convocar nuevas elecciones legislativas para el mes de junio. Todavía hoy el presidente griego, Karolo Papoulias, se reunió con los principales líderes políticos del país, pero sin grandes expectativas.
Ahora bien, con un electorado cada vez más radicalizado, que votará con el corazón y las vísceras, nos tememos que el voto se decante, aún más, hacia las formaciones antieuropeas, los que no están dispuestos a acatar más programas de austeridad, ni recortes de gastos, ni subidas de impuestos, ni privatizaciones ni demás sacrificios impuestos desde Bruselas, a cambio de un dinero que sólo sirve para pagar la deuda a los bancos franceses y alemanes, pero no para espolear el crecimiento y crear empleos.
De ser así, estaríamos muy cerca, a un paso, de que el nuevo gobierno griego que salga de las previsibles elecciones de junio entre en rebeldía, en total confrontación, con Bruselas y los líderes europeos. Y de que simple y llanamente se opongan a poner en práctica las medidas de austeridad recién aprobados por el parlamento griego, las cuales eran condición necesaria para recibir el segundo plan de rescate de Europa, que además de dinero fresco incluía un ambicioso programa de restructuración de la deuda con la banca privada.
Con Grecia en rebeldía, ¿qué pasará con el dinero del rescate? Posiblemente no sea liberado. ¿Cómo van a seguir ayudando a un país que se niega a adoptar las medidas de ahorro que se le exige a cambio? ¿Cómo la frugal Alemania va a estar dispuesta a seguir financiando rescates a un país que clama un mayor dispendio?.
Y si no hay dinero para el rescate, ¿cómo Grecia va a pagar un céntimo de su deuda? O lo que es lo mismo, ¿para qué sirve el plan de reestructuración de la deuda, si tampoco lo van a poder honrar? Todo se viene abajo.
La consecuencia previsible es que Grecia abandonará el euro, y quizás más pronto de lo que nos pensamos, en un par de meses. Ya los líderes europeos sopesan ese escenario: el más locuaz ha sido el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, quien ha dicho que si Grecia no está dispuesto a asumir las políticas de austeridad que propugnan el resto de los estados miembros, nadie lo fuerza a permanecer.
También en el seno del Banco Central Europeo (BCE) se estudia una posible salida de Grecia y cómo debería manejarse, y el mensaje es que Europa es “más resistente” y está mejor preparada que hace dos años, cuando se concedió el primer rescate al país heleno.
El problema es que una salida de Grecia de la eurozona nos pone en territorio desconocido. Aunque los líderes digan que Europa está mejor preparada, la fuerza de los mercados puede ser devastadora, y nunca puede ser desdeñada (en tanto la competencia de los líderes europeos para lidiar contra las fuerzas del mercado ya ha sido refutada muchas veces).
¿Qué escenario básico prevé Krugman ante esta eventualidad? Es éste, con algunos comentarios adicionales nuestros.
1. Grecia sale del euro, muy posiblemente el próximo mes.
Si Grecia sale del euro y su nueva divisa se devalúa de forma brutal, su deuda, denominada en euros, se multiplicará de la noche a la mañana. Los bancos franceses y alemanes, sus principales acreedores, saben que no van a cobrar ni tampoco, como habían acordado en el plan de reestructuración, les van a renovar la deuda, por lo que tendrán que asumir las pérdidas.
Esta situación supondrá un serio batacazo para los sistemas financieros de los países centrales, que posiblemente tengan que poner dinero público para rescatar a más de un banco. Pero sobre todo presionará de nuevo las primas de riesgo de los países de la periferia en tanto sus bancos nacionales se vuelven a tambalear.
2. Los bancos españoles e italianos sufren enormes retiradas de dinero, dado que los depositantes tratan de mover su dinero a Alemania.
De hecho, eso ya ha venido sucediendo, como hemos mostrado en varias ocasiones con la siguiente gráfica
Pero posiblemente ese movimiento se acentúe ante la percepción de pánico. Ahora bien, ¿es a banca alemana la más segura? Que Alemania tenga la deuda pública más segura no quiere decir que lo mismo suceda con su banca, que está muy expuesta a la deuda de los países periféricos y, por tanto, puede entrar en un serio quebranto. Aunque eso sí, ningún país de Europa tiene tanto margen de maniobra como Alemania para rescatar a su sistema financiero nacional.
3a. Quizás, sólo posiblemente, controles de facto, que prohíben a la banca transferir depósitos fuera de su país y limita los retiros de efectivo.
Es decir, Krugman teme que se pueda producir un “corralito” al estilo de Argentina durante la “cacerolada” de hace más de 10 años.
3b. Alternativamente, o quizás en tandem, fuertes retiros de crédito del BCE para evitar que el sistema financiero se colapse.
De hecho, eso ya lo ha estado haciendo, de manera masiva, la banca de la periferia europea, sobre todo la española, que no tiene otra manera de financiarse que acudiendo a la ventanilla del BCE.
4a. Alemania tiene una elección. Aceptar de forma indirecta inmensas obligaciones de Italia y España, más una drástica revisión de su estrategia (básicamente, dar a España, en particular, alguna esperanza de que tendrá tanto garantías sobre su deuda para mantener los costos de préstamos abajo y un mayor objetivo de inflación en la eurozona para hacer un ajuste en los precios relativos posible, o
4b. El final del euro.
Por supuesto, hay muchos caminos en medio, pero Krugman no ve nada descabellado que pueda terminar pasando esto. Nosotros tampco. En medio, Europa podría seguir ayudando a Grecia aun estando fuera de Europa como una forma de proteger a la banca francesa y alemana. Y el presidente electo de Francia, Francois Hollande, puede ser clave para convencer a la canciller alemana Angela Merkel, sobre cambiar de estrategia. En Alemania se celebran elecciones el año que viene, y lo que menos desearía Merkel es que se fracturara el euro.
En esa nueva estrategia es crucial un papel más activo del BCE para comprar, de manera directa, deuda de la perifieria europea, y una mayor unión fiscal que permita la emisión de eurobonos, con el fin de reconducir los costos de financiamiento de España e Italia a niveles más tolerables. Ahora bien, ¿conseguirá Hollande convencer a Merkel? Y sobre todo, ¿lo hará a tiempo?.
Grecia estaba predestinado a salir del euro desde que las políticas europeas se aferraron a los dictados de siempre, los del FMI, los de ahorcar a una nación con draconianos paquetes de austeridad fiscal, y que nunca funcionaron en el pasado para salvar a un país (y cuyo ejemplo más emblemático fue el corralito/cacerolada/ devaluación de Argentina de hace más de 10 años). Su destino ahora es romper con el euro y salir de la eurozona.Su consecuencia, no las sabemos. Pero como augura Krugman, pueden ser desastrosas.
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