Todas las miradas estaban puestas en el presidente del
Tribunal Constitucional alemán, Andreas Voßkuhle. Y él, al abrir la
sesión, lo que pidió fue: tiempo. Lo que adujo fue que examinar la
constitucionalidad del fondo permanente y del pacto fiscal era un asunto
demasiado complejo como para tomarlo a
la ligera, y que realizar un fallo tan precipitado podría inducir a error o
malinterpretarse.
De modo que no hubo fallo, sino aplazamiento. Y eso en la
práctica quiere decir que el presidente alemán, Joachim Gauck, no puede firmar
las leyes referentes al fondo permanente y al pacto fiscal, por lo que los recursos
de fondo permanente, los 500,000 millones de euros del Mecanismo de Estabilidad
Europeo, siguen congelados, sin poder ser usados. ¿Hasta cuándo? No sabemos. Voßkuhle
habló de meses.
En un trámite de urgencia, y tras el Consejo Europeo, el parlamento alemán aprobó el fondo permanente con el fin de que fuera operativo, como estaba previsto, el primero de julio. Sin embargo, nada más ser aprobado surgió un incontable número de querellantes que denunciaban la inconstitucionalidad del fondo al violar la soberanía nacional.
Para solventar el asunto, se abrió una vista oral, algo muy
poco común en el Tribunal Constitucional, para solventar cuanto antes un asunto
de alta prioridad y máxima urgencia. Pero ahora los jueces piden más tiempo.
Por tanto, Europa tiene el fondo, los recursos, que precisa con urgencia. De
hecho, una buena parte de ese dinero ya está comprometido. Pero no puede echar,
de momento, mano de ellos, otro acto más de este drama europeo sin fin.
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