Ahora que está todo el lío de la Libor, Ray Stone, fundador
y economista en jefe de Stone & McCarthy (y ex-jefe de quien esto firma),
ha escrito posiblemente la nota más honesta sobre el asunto. Lo que él viene a
decir es que no nos rasguemos ahora las vestiduras, que ya en el 2008, en medio
de la brutal crisis de liquidez que asolaba a los mercados de dinero, todo el
mundo sabía que los grandes bancos estaban mintiendo sobre la Libor, que era un secreto a voces.
La razón es que, de decir la verdad, si hubieran reconocido
el verdadero costo de los depósitos, habrían aceptado que realmente en el
mercado de dinero las cosas estaban mucho peor de lo que admitían y que sus
problemas de liquidez eran aún más graves de lo que decían. Por tanto, habrían
sido castigados por especuladores, inversionistas, acreedores, y depositantes.
Por ese motivo, ninguno quería reconocer que atravesaba
serios problemas de liquidez, porque les habrían castigado con una tasa muy
alta por los préstamos interbancarios, se habrían disparado los costos por los
seguros de riesgo de impago, les habrían golpeado a sus acciones, se habrían
desatado rumores sobre sus problemas de liquidez, y les habría complicado aún
más su financiamiento en el día a día. Y por eso, y casi sin error a
equivocarse, se puede decir que no sólo Barclays, sino los 16 bancos que envían
su cotización Libor a la Asociación de Banqueros Británicos (BBA por sus siglas en ingles), mintieron.
Una manera de evidenciar que los que cotizaban la Libor
mentían es contrastarla con la tasa del eurodólar. Al contrario que en la
Libor, donde lo que hacen es que los bancos contestan una encuesta sobre la
tasa a la que estarían dispuestos a tomar prestado en función del plazo, la
tasa del eurodólar se establece con la tasa que realmente pagaron los bancos
para adquirir préstamos denominados en dólares.
Antes de que empezaran las tensiones en los mercados de
dinero en agosto de 2007, cuando varios “hedge funds” de Bear Stearns ligados
al mercado de hipotecas “subprime” quebraron, la tasa Libor y la del eurodólar
era prácticamente la misma. Sin embargo, tan pronto como empezaron las
tensiones, la tasa del eurodólar sistemáticamente registraba tasas mucho más
altas que la de la Libor: la primera era la tasa real del mercado, tomado de
las pantallas de los brokers, la segunda era sólo una encuesta.
De modo que, por supuesto, se debe investigar a los bancos
por no informar correctamente a los mercados en lo que se ha llamado “el mayor escándalo
de los escándalos”. Y multarlos y meter en al cárcel a los responsables. Pero
sobre todo, se debe cambiar el modo de determinar la tasa de la Libor: no puede
ser una encuesta en la que se pueden distorsionar las tasas y encima se
desconocen los volúmenes de eurodólares que se compran y se venden, y que no
reflejan correctamente la esencia de la dinámica de la oferta y la demanda.
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